"Si escribiera la novela perfecta, seguro moriría": Juan José Millás
El escritor español vendrá al 'Hay Festival' a presentar su novela 'Lo que sé de los hombrecillos'.
Estará en charla con Mario Mendoza, en la Luis Ángel Arango, el jueves, y el sábado, en Cartagena (Vea acá el editorial de EL TIEMPO del miércoles 26 de enero: 'Temporada de festivales').
Aveces, antes de ir a dormir, Juan José Millás (España, 1946) se queda imaginando qué pudo pensar el primer gramático de la historia, porque su vida son las palabras.
En su día a día hace múltiples cosas con ellas: novelas, reportajes y columnas de opinión como 'Un adverbio se le ocurre a cualquiera', Premio Don Quijote de Periodismo 2009. Millás presentará en el Hay Festival su novela Lo que sé de los hombrecillos. Antes, publicó El mundo, autobiográfica, con la que ganó el Premio Planeta de Novela en el 2007.
En lo periodístico Millás ha generado, al menos, un par de revuelos recientes: su reportaje a un enfermo terminal en la víspera de su suicidio, publicado en El País, de Madrid, y su entrevista a Felipe González en la que el ex jefe del gobierno español confesó haber estado a punto de dar la orden de volar la cúpula de la Eta.
De ambas facetas hablará en el Hay Festival, en las charlas con el escritor Mario Mendoza, en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, mañana a las 8:00 p.m., y con Juan Esteban Constaín, en el Teatro Adolfo Mejía, en Cartagena, el 29 de enero.
'Lo que sé de los hombrecillos', dice Millás, "es la historia de un delirio", porque está convencido de que todos los tenemos. "Son secretos que no podemos comunicar. Me atrae la idea de llevar vidas paralelas, una en el mundo externo donde convives con tu familia, y otra interna, secreta, donde pasan cosas que ponen tu mundo patas arriba".
En la novela, el protagonista se enfrenta a un doble diminuto hecho con partes de su cuerpo. Las reseñas lo comparan con Jeckyll y Hyde...
Es un poco inevitable acordarse del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde porque es la más conocida de las obras que existen sobre el doble. Quedarse en ella es un ejercicio de pereza, porque la tradición sobre el gemelo malvado es muy rica en la literatura centroeuropea. Ya quisiera que esta novela mía inaugurara una tradición y que solo existieran Jeckyll y Hyde, pero no es así. Me conformaría con poner un granito de arena en ella.
Además del delirio, ¿qué le atraía del 'gemelo malvado'?
Este gemelo malvado es la metáfora del otro que nos habita a todos, cuyos intereses no coinciden con los nuestros. El ser humano es un ser dividido, es un caso único en la naturaleza, le gustan cosas que no le convienen. El gemelo de mi novela puede representar a ese otro con el que mantenemos una lucha titánica a lo largo de la vida, una lucha que, por lo general, gana él.
Usted venía de una novela autobiográfica, ¿extrañaba algo más de ficción?
Hay trabajos relacionados con el periodismo, que generalmente vas tú a buscarlos, pero nunca he escrito una novela a base de fuerza de voluntad. Cuando terminé El mundo, pensé que quizás sería la última novela que escribiría y pasaron años y Lo que sé de los hombrecillos empezó a dar vueltas en mi cabeza, empezó a obsesionarme.
En cambio, 'El mundo' empezó por una solicitud clara de hacer un reportaje sobre sí mismo...
Sí. Me pidieron ese reportaje y al principio lo tomé como una broma, pero empecé a obsesionarme, a tomar notas sobre mi modo de actuar y comprendí que no era un reportaje, era una novela.
¿Qué tiempo del día les dedica a las novelas y al periodismo?
Si el único trabajo que tuviera fuera escribir una novela, no me levantaría. Me preduciría angustia estar concentrado en una sola cosa. Cuando tengo una novela entre manos, puedo trabajar en ella dos horas al día, luego me canso.
Un día es muy largo, así que para mí es perfecto dedicarles las tres primeras horas del día a la novela, una hora a una columna, después pensar en alguna conferencia. Me estimula el cambio de actividad, aunque haga siempre lo mismo: escribir.
¿Qué tanto han cambiado sus textos con los años?
He ido ganando en recursos, hubo un momento de mi vida en que empecé a manejar el pensamiento paradójico y en ese momento mi obra dio un giro muy importante.
Fue a partir de la novela El desorden de tu nombre (1987). A partir de ahí utilizo más la ironía y el humor negro. Pero diría que mi obra es híbrida, tiene un poco de muchas cosas.
¿Por qué dice que la entrevista con Felipe González tuvo algo de fracaso?
Esa entrevista, que tanto lío armó, es el resultado colateral de un fracaso, porque no quería hacer una entrevista. Pretendía hacerle un reportaje de lo que en el periódico llamamos 'Proyecto sombra', porque me convierto en la sombra de una persona, durante determinado tiempo y escribo la experiencia.
Con Felipe González traté de hacerlo y era imposible, porque él desborda los límites de este género y de cualquier otro. Cada vez que le preguntas algo, contesta con una conferencia.
Así, tenía que renunciar a un proyecto que llevaba en mi cabeza y construí una especie de híbrido, porque tiene algo de reportaje y algo de entrevista larga que tiene cosas espectaculares.
¿Cómo es el 'Proyecto sombra'?
Fue un proyecto que presenté hace años. Creo que la persona más rara del mundo es la que vive frente a tu casa y propuse una serie de reportajes con personas no conocidas. La primera fue con un chico que tenía síndrome de Down, que era muy autónomo y tuvo un éxito enorme.
Se hicieron otros con gente conocida. Después de la entrevista con Felipe González publiqué un reportaje con un hombre que estaba desahuciado y decidió suicidarse y dejar testimonio para reabrir en España el debate sobre la eutanasia. Estuve con él la tarde anterior al día en que se tomó la pócima con la que se mató en la habitación de un hotel.
¿Tuvo el impulso de impedirlo?
No, porque estoy a favor de la eutanasia. Lo pasé muy mal, fue muy duro, pero era un hombre adulto, con plena consciencia y tenía un horizonte clínico espantoso: le diagnosticaron que quedaría paralítico y sufriría mucho. Ante ese horizonte, decidió acabar antes. Fue un éxito en Internet, tuvo más de 300 mil visitas.
¿Qué tanto se ha acercado a la novela de sus sueños?
Me he quedado lejisímos. Cuando uno imagina una novela le parece que será una obra maestra, pero cuando la pone sobre el papel, se da cuenta de las limitaciones.
La escritura significa ir en busca de una voz propia, sabiendo que uno nunca lo logrará del todo. Si escribiéramos una novela que consideráramos perfecta, dejaríamos de escribir, porque ya para qué. La frustración es el motor de la vida.
Afortunadamente nos frustramos, porque nos frustramos repetimos y es curioso porque el verbo frustrar tiene muy mala fama. Sin frustración no habría vida, porque si uno cumpliera el deseo al cien por cien moriría en el momento de alcanzarlo, del mismo modo que la mariposa muere cuando alcanza la llama que es su deseo total. No me importa llegar a esa novela soñada, porque me gusta escribir y si escribiera la novela perfecta, de seguro que en ese instante moriría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradezco tu comentario...