sábado, 8 de enero de 2011



Adaptación de la novela de García Márquez es cursi.

MUCHA EXPECTATIVA había causado el estreno de El amor en los tiempos del cólera en Colombia, no sólo porque se trataba de la adaptación de una de las novelas más queridas de la literatura nacional, sino porque tenía el ingrediente de haber sido filmada en Cartagena. Pero la expectativa se ha transformado muy pronto en decepción. El resultado no parece compadecerse con una inversión que superó los 50 millones de dólares.
Como suele suceder con los libros de García Márquez, lo mejor no es la historia en sí sino el poder hipnótico de las palabras con las que la construye. En el caso de El amor en los tiempos del cólera, que narra la historia del amor imposible entre Florentino Ariza y Fermina Daza, el encanto radica en la meticulosidad y en el ritmo del lenguaje. Como otros grandes genios de las letras, García Márquez, apoyado en un denso aparataje literario, hizo de la cursilería una obra de arte.
La película de Newell, sin embargo, se queda en la cursilería. No fue suficiente elegir Cartagena para la filmación. La ciudad, que sirve de escenario espléndido, es opacada por unos personajes que en el celuloide aparecen despojados de la gracia literaria.
A pesar del esfuerzo de Javier Bardem, el Florentino Ariza de la película no es el poeta altivo de la novela sino un hombre acomplejado y casi ridículo en su lloriqueo pertinaz. Fermina Daza, por su parte, interpretada por Giovanna Mezzogiorno, no hace más que permanecer.
En el montaje cinematográfico, Newell dejó la novela sin alma. Los lectores de García Márquez no tardarán mucho tiempo en darse cuenta y tomarán la película como un intento fallido más por adaptar lo inadaptable.
Pero será peor aún para quienes no han leído la novela, pues la película es tan plana que pasarán dos horas aburridísimas, sin ningún giro dramático que la saque de la monotonía al menos por unos minutos.
El fracaso de esta adaptación confirma de nuevo que, en vez de retratar la literatura en la pantalla, los guionistas deberían hacer su propia obra, una creación independiente y -si se puede- contraria al texto literario para que la película pueda respirar por sí sola, sin el yugo del texto original.
Es una lástima, porque El amor en los tiempos del colera... me parece sencillamente extraordinaria. No sé si como dicen algunos la mejor de su autor (por delante incluso de Cien años de soledad) pero en cualquier caso muy buena.

De nuevo se comprueba la dificultad de llevar a la pantalla novelas en las que la historia es importante pero el lenguaje lo es por lo menos en medida similar. Por eso, tantas veces hemos temido que algunas de esas obras maestras que nos emocionan cada vez que repasamos sus páginas sean llevadas al cine, por el temor a que pierdan toda su magia. ¿Alguien se imagina La metamorfosisUlises o Cien años de soledad proyectadas sobre una pantalla?


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