La muerte le sienta bien a Clint Eastwood
'Más allá de la vida', una cinta sobre el diálogo con los muertos, se estrena este viernes.
En vivo y en directo su cara es más pequeña que lo que uno esperaría. Sus ojos achinados, sus arrugas, su nariz respingada, caben en un reducido espacio.
Clint Eastwood mira directo a los ojos. Su voz suena honda y lo rodea cierto aire de gravedad cuando aborda la posibilidad de morir. Como puede ocurrir a su avanzada edad, como efectivamente sucede en su película número 31 como cineasta, Más allá de la vida (Hereafter), un drama que habla de la vida después de la muerte.
Es su segunda colaboración con Matt Damon, tras Invictus, y aquí el actor encarna a George, un médium capaz de hablar con los muertos, que detesta su don y que sólo quiere vivir su vida en paz.
En la película hay dos historias paralelas que forman una gran trenza sobre la muerte. Una de ellas sigue a una periodista (Cécile de France), testigo y víctima del tsunami de Tailandia (2004), y la otra muestra a un niño obsesionado con contactarse con su hermano muerto.
Para Eastwood, quien se ha movido entre vaqueros y pistolas, este drama fue amor a primera vista. Desde que leyó el guión de Peter Morgan (The Queen, Frost/Nixon), supo que tenía algo nuevo entre manos. "Me gusta esta suerte de historia universal de gente que está enfrentando la pérdida de distintas formas. Nunca leí algo así.
Por eso quise hacerla".
Al inicio de la cinta vemos cómo la cámara se inmiscuye en el desastre del tsunami. Como si esta escena estuviera sacada de una película de desastres (Steven Spielberg es productor ejecutivo) y no del minimalista cine de Eastwood, comienza un temblor y las calles son azotadas por las aguas.
Es su segunda colaboración con Matt Damon, tras Invictus, y aquí el actor encarna a George, un médium capaz de hablar con los muertos, que detesta su don y que sólo quiere vivir su vida en paz.
En la película hay dos historias paralelas que forman una gran trenza sobre la muerte. Una de ellas sigue a una periodista (Cécile de France), testigo y víctima del tsunami de Tailandia (2004), y la otra muestra a un niño obsesionado con contactarse con su hermano muerto.
Para Eastwood, quien se ha movido entre vaqueros y pistolas, este drama fue amor a primera vista. Desde que leyó el guión de Peter Morgan (The Queen, Frost/Nixon), supo que tenía algo nuevo entre manos. "Me gusta esta suerte de historia universal de gente que está enfrentando la pérdida de distintas formas. Nunca leí algo así.
Por eso quise hacerla".
Al inicio de la cinta vemos cómo la cámara se inmiscuye en el desastre del tsunami. Como si esta escena estuviera sacada de una película de desastres (Steven Spielberg es productor ejecutivo) y no del minimalista cine de Eastwood, comienza un temblor y las calles son azotadas por las aguas.
La protagonista de ese segmento es golpeada por el maremoto y muere durante largos minutos, hasta que resucita. "Es interesante leer sobre esa gente que tiene experiencias como morir por dos minutos y luego regresa a la vida -opina Eastwood-. Parece que esas personas tienen una visión similar de las cosas. ¿Es algo inducido por lo que creen que debe ser o por lo que les ocurre? No lo sé, no sé sobre el más allá. No sé si acepto el más allá. Es difícil llegar a una conclusión. Para una persona que sólo tiene curiosidad sobre eso, no hay una respuesta real, el único modo de encontrarla es morir. Algún día, a lo mejor, tendremos la posibilidad de reportarnos de vuelta".
-¿Piensa mucho en la muerte? Varias de sus películas tocan el tema...
-No lo hago todos los días, pero cuando empecé a hacer el proyecto comencé a pensar. Mi relación con la muerte en el inicio de mi carrera era ayudar a la gente a morir (risas). Ahora, ayudarla a vivir.
Dispara ud. o disparo yo
Antes de ser un respetado director de cine, ganador del Óscar por Los imperdonables y Million Dollar Baby, Eastwood fue limpiador de piscinas. Nacido en mayo de 1930 en una típica familia norteamericana, aprendió de sus padres que la vida se hacía trabajando. "Me criaron en la Gran Depresión. Nos mudábamos de hogar cada cuatro meses durante mis primeros 12 años", y recuerda que parte de la educación paterna fue la exposición a la fe religiosa. "Intentaban que descubriera algo por mí mismo y lo hicieron exponiéndome a la religiosidad".
Eastwood tiene un rico mundo interior, pero el mundo se demoró en descubrirlo. Por lo menos durante los inicios de su carrera, llena de balaceras y muertos, y el repudio de la crítica frente al icono que inventó junto a Sergio Leone en la trilogía de western (Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo) y al agente Harry Callahan en la saga Harry el sucio.
"La gente pensaba que yo era un fanático derechista. Lo que hacía Harry era obedecer su propia y ley moral", dice. Ese fue su primer escalón hacia la gloria. Su primera película fue Revenge of the Creature (1954). Luego vinieron apariciones menores y todo parecía ir sobre ruedas hasta que los ejecutivos lo desecharon por dos razones: sus pequeños dientes y su pronunciada manzana de Adán. Los mandamases de Universal habían apostado por otro joven actor: Burt Reynolds.
Eastwood volvió a limpiar piscinas hasta que, en 1958, apareció la opción de participar en una serie sobre vaqueros. Fue un éxito de audiencia y el trampolín para protagonizar la trilogía de Leone.
La música es mi vida
Su primera película como director fue Play Misty for Me (de 1971,en español Obsesión mortal), un thriller sobre un dj radial interpretado por el propio Eastwood. Es una ópera prima con el jazz como protagonista. Eastwood estudió licenciatura en música en la Universidad de Seattle. "Yo tocaba de chico, pero nunca tuve realmente una disciplina. Si me disciplinara en eso, tal vez estaría tocando piano en un pequeño bar de hotel".
Pero fue con Bronco Billy (1980), una parodia sobre un espectáculo de vaqueros, como por primera vez logró el beneplácito de la crítica y se abrió el camino para ser considerado un artista completo capaz de dirigir, actuar, producir, escribir y componer la música de sus películas.
-¿Qué prefiere: dirigir, crear la música, producir?
-Probablemente, dirigir. El director envuelve todos los aspectos de la película.
-¿Componer la música de Más allá de la vida fue especial para usted?
-Sí, yo tenía una idea clara. Hay grandes compositores que tienen más experiencia que yo, pero yo sabía lo que quería y lo que no. A veces es más fácil cuando la construyes tú mismo. Por ejemplo, la cosa obvia que se hace cuando tienes una escena como la del tsunami es poner una tremenda cantidad de música con gran orquesta. No quería eso. Hay música, pero está al servicio de la película".
-Pregunta tonta: en el hipotético caso de que usted visite a San Pedro, ¿a quién le gustaría encontrarse en el Cielo?
-No me gustaría dejar de respirar. Pero también me gustaría hablar con gente que nunca he conocido como algún gran artista, Tchaikovsky, Rachmaninoff, Haydn, Beethoven , Charlie Parker...
Aunque los primeros que me gustaría serían aquellos parientes más cercanos.
A Clint Eastwood no le gusta morirse en la pantalla. Sólo ha aceptado pasar a mejor vida en tres películas: The Beguiled, Honkytonk Man y Gran Torino. Generalmente con la idea de redención detrás, y de eso él sabe mucho. Cuestionado durante su carrera, con Los imperdonables no sólo consiguió el merecido Óscar, sino que se instaló como un maestro del cine.
Lo hizo tardíamente: pasados los 60 años (hoy tiene 80) y ya con un método de trabajo instalado: el llamado 'método Eastwood'. Él lo explica: "Dicen que yo filmo rápido y sin repetir las tomas. Es exagerado. A veces trato de que las cosas salgan de una toma, en otras ensayo. Me gusta ver lo que pasa por la cabeza de la persona por primera vez. A los actores que entran en el set les digo que me muestren qué es lo que piensan hacer y en ese momento, cuando están buscando todavía, el resultado es muy natural. También trato de mantener un ambiente relajado, de modo que cada quien haga lo mejor. Me siento aprendiendo todo el tiempo, en un proceso que gozo. Disfruto lo que hago"
-¿Piensa mucho en la muerte? Varias de sus películas tocan el tema...
-No lo hago todos los días, pero cuando empecé a hacer el proyecto comencé a pensar. Mi relación con la muerte en el inicio de mi carrera era ayudar a la gente a morir (risas). Ahora, ayudarla a vivir.
Dispara ud. o disparo yo
Antes de ser un respetado director de cine, ganador del Óscar por Los imperdonables y Million Dollar Baby, Eastwood fue limpiador de piscinas. Nacido en mayo de 1930 en una típica familia norteamericana, aprendió de sus padres que la vida se hacía trabajando. "Me criaron en la Gran Depresión. Nos mudábamos de hogar cada cuatro meses durante mis primeros 12 años", y recuerda que parte de la educación paterna fue la exposición a la fe religiosa. "Intentaban que descubriera algo por mí mismo y lo hicieron exponiéndome a la religiosidad".
Eastwood tiene un rico mundo interior, pero el mundo se demoró en descubrirlo. Por lo menos durante los inicios de su carrera, llena de balaceras y muertos, y el repudio de la crítica frente al icono que inventó junto a Sergio Leone en la trilogía de western (Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo) y al agente Harry Callahan en la saga Harry el sucio.
"La gente pensaba que yo era un fanático derechista. Lo que hacía Harry era obedecer su propia y ley moral", dice. Ese fue su primer escalón hacia la gloria. Su primera película fue Revenge of the Creature (1954). Luego vinieron apariciones menores y todo parecía ir sobre ruedas hasta que los ejecutivos lo desecharon por dos razones: sus pequeños dientes y su pronunciada manzana de Adán. Los mandamases de Universal habían apostado por otro joven actor: Burt Reynolds.
Eastwood volvió a limpiar piscinas hasta que, en 1958, apareció la opción de participar en una serie sobre vaqueros. Fue un éxito de audiencia y el trampolín para protagonizar la trilogía de Leone.
La música es mi vida
Su primera película como director fue Play Misty for Me (de 1971,en español Obsesión mortal), un thriller sobre un dj radial interpretado por el propio Eastwood. Es una ópera prima con el jazz como protagonista. Eastwood estudió licenciatura en música en la Universidad de Seattle. "Yo tocaba de chico, pero nunca tuve realmente una disciplina. Si me disciplinara en eso, tal vez estaría tocando piano en un pequeño bar de hotel".
Pero fue con Bronco Billy (1980), una parodia sobre un espectáculo de vaqueros, como por primera vez logró el beneplácito de la crítica y se abrió el camino para ser considerado un artista completo capaz de dirigir, actuar, producir, escribir y componer la música de sus películas.
-¿Qué prefiere: dirigir, crear la música, producir?
-Probablemente, dirigir. El director envuelve todos los aspectos de la película.
-¿Componer la música de Más allá de la vida fue especial para usted?
-Sí, yo tenía una idea clara. Hay grandes compositores que tienen más experiencia que yo, pero yo sabía lo que quería y lo que no. A veces es más fácil cuando la construyes tú mismo. Por ejemplo, la cosa obvia que se hace cuando tienes una escena como la del tsunami es poner una tremenda cantidad de música con gran orquesta. No quería eso. Hay música, pero está al servicio de la película".
-Pregunta tonta: en el hipotético caso de que usted visite a San Pedro, ¿a quién le gustaría encontrarse en el Cielo?
-No me gustaría dejar de respirar. Pero también me gustaría hablar con gente que nunca he conocido como algún gran artista, Tchaikovsky, Rachmaninoff, Haydn, Beethoven , Charlie Parker...
Aunque los primeros que me gustaría serían aquellos parientes más cercanos.
A Clint Eastwood no le gusta morirse en la pantalla. Sólo ha aceptado pasar a mejor vida en tres películas: The Beguiled, Honkytonk Man y Gran Torino. Generalmente con la idea de redención detrás, y de eso él sabe mucho. Cuestionado durante su carrera, con Los imperdonables no sólo consiguió el merecido Óscar, sino que se instaló como un maestro del cine.
Lo hizo tardíamente: pasados los 60 años (hoy tiene 80) y ya con un método de trabajo instalado: el llamado 'método Eastwood'. Él lo explica: "Dicen que yo filmo rápido y sin repetir las tomas. Es exagerado. A veces trato de que las cosas salgan de una toma, en otras ensayo. Me gusta ver lo que pasa por la cabeza de la persona por primera vez. A los actores que entran en el set les digo que me muestren qué es lo que piensan hacer y en ese momento, cuando están buscando todavía, el resultado es muy natural. También trato de mantener un ambiente relajado, de modo que cada quien haga lo mejor. Me siento aprendiendo todo el tiempo, en un proceso que gozo. Disfruto lo que hago"
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