Dylan setentón / Música

Otro hito en una de las carreras más significativas del rock
"No me importa lo que la gente diga de mí y mucho menos lo que piensen de mí. No soy el tipo de animal que se cortaría la oreja si algo sale mal. Me suicidaría, me pegaría un tiro en la cabeza, saltaría por una ventana. Pienso sobre la muerte de forma abierta, no hay nada que temer y mucho menos que la muerte sea algo sagrado, incluso la vida no lo es. He visto a mucha gente morir". Esta es una de las memorables declaraciones de Bob Dylan a Robert Shelton, en un vuelo entre Nebraska y Colorado en marzo de 1966. Era una época de cambios radicales en la vida del cantante y el final de una de las tantas carreras de Dylan. Su actuación en el Newport Folk Festival en julio de 1965 había estremecido al mundo del folk, pues erróneamente creían que Dylan les pertenecía. Por el contrario, Dylan jamás se consideró un cantante de folk o de protesta y mucho menos buscó que lo encasillaran en un género. Simplemente escribía y cantaba sobre lo que sentía y percibía del mundo. En esa actuación del 65, mostró la nueva dirección eléctrica que tomaba su música y cómo, sin quizá proponérselo, amplió las fronteras existentes de la música popular gracias a obras maestras como 'Highway 61 Revisited' y 'Blonde on Blonde'.Este 24 de mayo, Bob Dylan cumplió 70 años en medio de celebraciones y conmemoraciones de todo tipo. Desde conciertos y tributos en su honor, reediciones de algunos de sus trabajos como 'The Basement Tapes' junto a The Band y la caja con las grabaciones monofónicas de sus trabajos entre 1962 y 1967; múltiples reportajes en las más reconocidas revistas y diarios de todo el mundo; palabras de apoyo y reconocimiento de músicos como Springsteen, Bono, McCartney; reedición de libros como 'Don¿t Look Back. The Life and music of Bob Dylan' de Robert Sheldon, 'Bob Dylan By Greil Marcus, 1968-2010' y 'Behind the Shades' de Clinton Heylin, joyas biográficas que durante años permanecieron perdidas y que en las reediciones incluyen nuevos capítulos que abarcan hasta nuestros días. También se lanzaron nuevos documentales y archivos de entrevistas inéditas que demuestran una faceta desconocida del autor, como la publicada en junio por la inglesa Uncut, en un especial de 18 páginas imperdible.
Pero en medio de las celebraciones han surgido algunas críticas en torno a la larga y prolífica carrera del autor, tildándolo de plagiador. Minimizar sus influencias o dar a entender que su arte es un plagio de Woodie Guthrie es una falta enorme de respeto frente a la carrera del cantautor más importante de la música popular. Dylan es un talento que desde muy joven demostró capacidades que otros músicos no poseían. Su arte es intenso, sincero y emotivo. Recoge la herencia de una tradición folk, vocal y country bajo una reinterpretación que cambió el curso de la música gracias a su capacidad de contar historias y ser un visionario, porque ante todo, es un gran narrador que supo sacar ventaja de lo coyuntural para ir a lo trascendental. Más que plagiar o trasgredir, es un investigador incansable, un testigo privilegiado que ha sabido plasmar desde las letras y los sentimientos, la historia reciente de E.U.
Larga vida para Elmer Johnson, Blind Boy Grunt, Elston Gunnn, Sergei Petrov, Jack Frost, Bob Landy, Boo Wilbury y los cientos de Dylan que hay en el mundo. Quizá el Nobel sea el justo reconocimiento a un poeta que nunca se consideró de esa manera, pues para hablar de la felicidad o la miseria del mundo, no se necesita un título, simplemente hay que saber cómo hacerlo.
Por Jacobo Celnik
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