jueves, 11 de octubre de 2012

TIM BURTON Y SU NUEVA PELÍCULA.


«Quise ser un científico loco cuando era niño»



por SONIA APARICIO | Env. esp. a Londres
Edición y montaje: MARIO VICIOSA

El pequeño Víctor devuelve a la vida a su perro Sparky. En blanco y negro y 3D. Tim Burton recupera así el tema del corto de acción real que él mismo realizó con Disney en 1984, en el que un niño resucita a su mejor amigo una noche de rayos y truenos, al estilo Frankenstein. Con la técnica del stop-moption y más de 200 marionetas. «Están todas tan bien hechas... tan bonitas... míralas...», cuenta el director a elmundo.es.

                         
Mil veces Burton
por LUIS MARTÍNEZ

El creador de 'Pesadilla antes de Navidad' o 'La novia cadáver' se resume en 'Frankenweenie': la más brillante exhibición de sí mismo de los últimos tiempos

Cualquiera es capaz de citar 10 características del cine de Tim Burton sin usar Google. Es más, todo el mundo ha tenido una novia (o similar) a la que le gustaba decir que le gustaba «el universo de Tim Burton». Lo decía así, con la palabra «universo» en medio. Que le gustara o no lo que hacía el director de 'Eduardo Manostijeras' es otro asunto. Claro que de eso, admitámoslo, hace ya 20 años (¿o eran 30?).

Desde entonces a Winona Ryder le ha dado tiempo a probar varias adicciones y Johnny Depp ha pasado por varios injertos de pelo. Y, sin embargo, Tim Burton sigue ahí, ajeno al paso de las estaciones, de los vicios (sobre esto hay dudas) y de los trasplantes (tampoco hay constancia). En el mismo punto. Idéntico a sí mismo. Lo que no está claro es si es una cuestión de coherencia, vagancia o las dos cosas.

'Frankenweenie' es el mejor ejemplo de que todos los libros que tenemos sobre el director fechados en los 90 siguen vigentes. John August retoma el viejo corto de animación del mismo título de 1984 para elaborar un guión que de alguna manera compila fiel lo que aquella novia llamaba «universo Burton». De paso, como ya hiciera en 'Ed Wood', su mejor película, rinde homenaje a una forma de hacer cine (esta vez el demonstruos de los 50 o el de terror de los 30) haciendo equilibrios entre la nostalgia, la ternura y la acidez. Tan nostálgico, tan tierno, tan dispépsico.

Haciendo pie en la iconografía de Edward Gorey a la que tanto debe, vuelve a quedar demostrado que nada como la animación 'stop-motion' para levantar intacto el ideario del cineasta. Como en 'La novia cadáver' o en la película de Henry Selick 'Pesadilla antes de Navidad', nada entorpece la narración, el eterno punto débil del cine de Burton. Un total de 30 animadores produciendo cinco segundos de cinta a la semanadebe ser suficientemente complejo para que la dirección de arte no distraiga ni un segundo de la pauta rítmica que todo cuento debe poseer para no ser cargante.

                           

Lo del 3-D sigue sin quedar claro si sirve para algo o no, más allá de restar luminosidad a la pantalla y dejar un agudo dolor de orejas a la altura de, precisamente, la oreja. Del precio de la entrada, ni hablamos.

De esta forma, no es difícil ver por la ventana de New Holland, el suburbio ideal en el que está ambientada la cinta, la arquitectura perfecta de 'Eduardo Manostijeras', ni resulta extraño contemplar a través de la construcción de determinados personajes (Lydia) la ironía alocada de 'Bitelchús'. De la misma manera que el texto conserva el aroma realista a la vez que exagerado e improbable (otros dirán mágico) de buena parte de la mejor literatura americana como ya ocurriera en 'Big Fish'. Todo ello sin perder de vista la textura metálica y preciosista de un blanco y negro deslumbrante. Y aquí la referencia a 'Ed Wood' es obligada.

Es decir, a su manera, 'Frankenweenie' se refleja en lo mejor que ha podido hacer Burton desde que nos echamos la primera novia (la de arriba). La torpeza narrativa con la que nos castigó en sus últimas películas, sea 'Alicia' o la insufrible 'Sombras tenebrosas', queda convenientemente disimulada. Es más, si se quiere la película puede leerse como un reencuentro.

La historia del chaval solitario y con un descomunal mundo interior retrata a la perfección los contornos de eso que el tiempo ha dado en llamar adolescencia; ese estado mórbido del alma en el que lo que no duele, irrita; un sufrir en silencio por el que todos hemos pasado o pasamos en algún momento de debilidad a lo largo del día. Así, Burton se las arregla para concitar alrededor de su protagonista la cosmogonía perfecta de un universo (otra vez) en la que cabe el olor a soledad de una sala de cine a oscuras y el dolor, quizá compartido, de la incomprensión. Suena trágico y, en verdad, es simple nostalgia. Cursi pero nostálgico.

Víctor pasa los días entre experimentos y en compañía de su amigo, un perro llamado Sparky. Un mal día, un accidente. El resto son monstruos, cadáveres resucitados y ojos abiertos de par en par. Tan tierno. Entre el cine de miedo de la Universal, la ciencia-ficción de los tiempos de la Guerra Fría, Vincent Price y Boris Karloff, la película se empeña en transformar cualquier recuerdo en material fungible. La nostalgia arde.

De repente, la película nos recuerda que hace tiempo, casi 30 años ya, descubrimos a un tipo extraño capaz de hablar de cosas tales como la muerte, la putrefacción y el horror con la suficiente ironía y mal gusto para resultar sencillamente irrenunciable. Se llamaba (y llama) Tim Burton y le encantaba a una novia (o similar) que tuvimos. Tan cansino y adorable como suena. Y ahí seguimos.

          

Los rivales de Bonham-Carter y Johnny Depp
por RAQUEL QUÍLEZ

A la vez que cultivaba sus míticos personajes de carne y hueso, Tim Burton 
inventaba un universo paralelo y animado.
Aquí están las creaciones que compiten con el mundo de Depp y Helena Bonham-Carter.










Son sus orígenes. El genio de Burton se despertó en el mundo de la animación y nunca más volvió a encerrarse. Al terminar bachillerato consiguió una beca para el Cal Arts, instituto financiado por Disney en California para formar nuevos valores. Allí creó la serie animada 'Stalk of the Celery Monster' (1979), sobre un dentista que experimenta con sus pacientes, y convenció a la factoría para que le metiese en nómina. El corto estuvo perdido hasta que en 2006 comenzó a restaurarse. La copia que existe ahora mezcla color y blanco y negro y ha perdido parte del audio. 

Foto

De izda. a dcha., una de sus películas de terror favoritas; en su adolescencia, en el rodaje de 'La novia cadáver' y en una imagen reciente.
Huida del extrarradio


por VIRGINIA HERNÁNDEZ

Una casa al lado de otra. La misma puerta. El mismo perro. La misma gente. Tim Burton (1958) creció en Burbank, una población situada en los alrededores de Los Ángelestan anodina como cualquier otra suma de unifamiliares en las afueras. La única diferencia es que en Burbark, junto a las vallas blancas y la hierba recién cortada, se alzan los estudios Disney. Los enanos de Blancanieves, como si fueran cariátides, son las columnas de uno de los edificios y Mickey Mouse aparece, con las palmas abiertas, estampado hasta en los depósitos de agua.

Burton pasó su infancia y adolescencia junto a sus padres (con los que no tuvo una relación cercana) y su hermano Daniel en una de esas viviendas. Y, tras estudiar en CalArts, la prestigiosa escuela de animación en la que se han formado todos los que han tenido algo que decir en este arte, también se sentó en una de las mesas de los legendarios estudios. El guión parecía escrito.

Los mismos lápices, las mismas ideas. Para él, esas oficinas de Disney tenían una personalidad similar a la de su casa de Burbank. Eran como cadenas de montaje en una fábrica, con la peculiaridad de que, en vez de apretar tornillos, se podía estar más de tres años dibujando zorros. El director habla, además, literalmente. Porque trabajó durante una larga temporada en la película de animación 'Tod y Toby' (1981), uno de los filmes que sumió a Disney en una profunda crisis de creatividad que llegó hasta bien avanzada la década con el éxito de 'La Sirenita' (1989). Burton supo muy pronto que ese trabajo no era para él.
El excéntrico realizador, el mismo que colocó unas tijeras por dedos a Johny Depp y un alocado traje de rayas negras a Michael Keaton, pasaba los fines de semana pegado a un televisor y se empapaba de los monstruos de Universal o de películas de ciencia-ficción japonesas o italianas (él destaca 'Black Sunday' (1960), de Mario Bava, o las criaturas niponas Honda o Ishir). Nada de cuentos de hadas. Ni siquiera cómics como los otros chavales de su generación. Su estilo no casaba con bellas princesas ni animales cantarines, ni con los gustos de los que le rodeaban.

Aunque, reconoce, en Disney le dieron la oportunidad de desarrollar su creatividad y allí pudo dar forma a 'Vincent' (1982), un corto en el que homenajeó a Vicent Price, el actor al que siempre admiró por sus filmes de terror; o a 'Frankenweenie' (1984), el mediometraje que nunca llegó a las salas, pero que es el germen de la cinta que estrena casi 30 años después. Precisamente, fue al ver 'Frankenweenie' cuando el actor y comediante Paul Reubens contactó con Tim Burton para que se encargara de 'Pee-wee's big adventure', un éxito de taquilla y el principio de una historia llena de líneascomo 'Bitelchús' (1988), 'Batman' (1989), 'Eduardo Manostijeras' (1990), 'Ed Wood' (1994), 'Sleepy Hollow' (1999) o 'Charlie y la fábrica de chocolate' (2005).

                       juegos de la novia cadaver

 Mezcla de fantasía, de personajes siniestros e inadaptados, de solitarios, con mucho más corazón que otros aparentemente normales. ¿Normales? Para Burton la norma es el conformismo, el amoldarse, el ser como los demás. En una entrevista de 1992 para la revista 'Rolling Stone', decía que no entendía muy bien qué significaba esa palabra pero que «golpeaba su cerebro»: «No sé si es algo específicamente americano o de la América en la que yo crecí, pero había un fuerte sentido de la categorización y del conformismo. Recuerdo que me obligaron durante años a ir a la escuela dominical cuando mis padres no eran religiosos. Nadie era realmente religioso; sólo era el marco. No había pasión por ello. No había pasión por nada».

Su vida familiar es muy distinta a la que él tuvo. Está emparejado con la actriz británica Helena Bonham Carter desde que coincidieron en 'El planeta de los simios' (2001) y suelen vivir en dos casas anejas pero bajo techos distintos. Tiene dos niños, Billy-Ray e Indiana Rose, residen en Londres y, confiesa, le gusta más el clima lluvioso de la City que el de la soleada California: «Puedes ir a pasear haga el tiempo que haga. En Los Ángeles eres inmediatamente sospechoso cuando estás fuera de un coche». La uniformidad y los prejuicios, que no van con él.
1958. Nace en Burbank (California). 1976. Ingresa en el Instituto de Artes de California (fundado por Walt Disney). 1980. Es contratado por Disney después de unas prácticas. 1981. Trabaja como aprendiz en los bocetos de 'Tod y Toby' y posteriormente en el arte conceptual de la futura 'Taron y el caldero mágico' (1985). 1982. Rueda su corto 'Vincent'. 1984. Concluye su mediometraje Frankenweenie. 1985. Sale de Disney y le contratan para 'Pee-wee's big adventure'. Comienza su relación con Warner. 1988. 'Bitelchús'. 1989. 'Batman'. Conoce a su primera esposa, Lena Gieseke, de la que se divorció en 1991. 1990.'Eduardo manostijeras', conoce a su actor-fetiche, Johnny Depp. 1992. 'Batman Returns'. Se compromete con Lisa Marie, una actriz y modelo con la que estará hasta 2001. 1993. Produce 'Pesadilla antes de Navidad', un proyecto que forjó en Disney pero finalmente no pudo dirigir. 1994. 'Ed Wood', considerada su mejor película. 1996. 'Mars Attacks'. 1999. 'Sleepy Hollow'. 2001. 'El planeta de los simios', remake del clásico. Conoce a su actual pareja, Helena Bonham-Carter. 2003. 'Big Fish' y nace su primer hijo, Billy. 2005. 'Charlie y la fábrica de chocolate' y 'La novia cadáver'. 2007. 'Sweeney Todd' y nace su hija, India Rose. 2010. 'Alicia en el país de las maravillas'. 2012. 'Sombras tenebrosas'.
Tomado de El Mundo es.

ME ENCANTA ESTE HOMBRE Y SU GENIO...

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